El juego es una actividad inherentemente intuitiva y, a menudo, muy interesante.
De hecho, hay muchas razones por las que los jugadores son supersticiosos, algunas de las cuales se basan en la experiencia personal y otras pueden atribuirse a factores «extrafísicos» como la religión, la cultura y la tradición.
A continuación, se presentan alguna de las razones más comunes por las que los jugadores son supersticiosos:
Creer en la suerte
Muchos jugadores supersticiosos creen que la suerte es una fuerza real que afecta al resultado de sus apuestas. Algunos de ellos pueden portar amuletos de la suerte cada vez que juegan, entonar mantras como «que la suerte me acompañe», e incluso evitar tocar ciertos objetos por miedo a «arruinar» su suerte.
Miedo a perder
Los juegos de azar pueden ser una actividad que pone los nervios de punta, y es natural que los jugadores se vuelvan supersticiosos cuando estén ansiosos o temerosos de perder.
El creer en supersticiones puede darles una sensación de control sobre el resultado, y hacerles sentir más seguros en sus apuestas.
Creer en un poder superior
Otra razón por la que los jugadores son supersticiosos, es porque son personas religiosas o espirituales, y pueden creer en un poder superior que influya o determine el resultado de sus apuestas.
Es por ello que antes, durante o después de jugar, pueden rezar a sus dioses o deidades para pedirles que intervengan en su favor y les concedan una ventaja competitiva.
Seguir la tradición
Los juegos de azar existen desde hace siglos, y muchas culturas y sociedades tienen tradiciones asociadas a ellos. Estas tradiciones pueden transmitirse de generación en generación, con las consiguientes supersticiones y creencias que tienen arraigadas.
A largo plazo, el efecto acumulativo de estos elementos culturales hacen que pasen a ser parte de la identidad de algunos jugadores, de tal manera que aún si no creen en ellos, pueden atenerse a estos por costumbre.
Creer en los presagios
Según la cosmovisión de algunos jugadores, ciertos eventos o señales pueden ser vistos como advertencias de buena suerte o mala suerte. Por ejemplo, si un jugador ve un gato negro, puede interpretarlo como un mal presagio y evitar el juego durante un tiempo prudencial.
Del mismo modo, si ve una estrella fugaz, puede tomarla como un indicio de buena fortuna y acudir a un casino con grandes esperanzas.
Copiar a los jugadores exitosos
Es natural querer imitar a las personas que han tenido éxito en una actividad concreta. Por eso, los jugadores pueden copiar las creencias, las supersticiones y los hábitos de otros jugadores si consideran que éstos han sido determinantes en los resultados favorables que esta persona ha conseguido.
La motivación inherente a este comportamiento es intentar replicar el mismo nivel de éxito.
Sesgo cognitivo y reconocimiento de patrones
El sesgo cognitivo es una tendencia a tomar decisiones que se basan en creencias o suposiciones existentes en lugar de en hechos reales. Este mecanismo de razonamiento puede llevar a los jugadores a formar creencias supersticiosas, ya que hace que perciban patrones en su comportamiento o en sus resultados que no existen más que en su mente.
Por ejemplo, si un jugador tiene una mala racha, puede atribuirse a que no llevaba su amuleto de la suerte en ese momento, aunque esto no tenga ninguna correlación real con el resultado.
Temor a la mala suerte
Al igual que el miedo a perder, algunos jugadores son supersticiosos por temor a que cualquier variación o desviación en su rutina para la «fortuna», les traerá mala suerte.
Esta superstición suele estar arraigada en la creencia de que hasta el más mínimo cambio puede acabar con el «hechizo» de la buena suerte que puedan estar experimentando, y por lo tanto debe ser evitado a toda costa
Desear libertad financiera
El juego puede ser una actividad cargada de emociones, y el atractivo de ganar grandes sumas de dinero con aparente facilidad, puede llevar a los jugadores a actuar basándose en creencias supersticiosas.
La esperanza de que estas supersticiones sean la clave para desbloquear la libertad financiera o alcanzar sus sueños les hace aferrarse a ellas con convicción, haciendo que su comportamiento se vea definido por factores emocionales antes que racionales.
Negarse a creer en el mero azar
Algunos jugadores son supersticiosos porque no creen que los resultados de sus apuestas son totalmente fruto del azar. En cambio, pueden creer que hay numerosos elementos místicos, metafísicos o cosmológicos que influyen en los resultados o directamente los determina.
Por ello, pueden ampararse en las creencias supersticiosas como una forma de obtener el control sobre lo incontrolable, y así sentirse más seguros de sus acciones.